domingo, 28 de noviembre de 2010

SER ANGLICANO HOY.

El término anglicano y su derivado anglicanismo, proviene del latín medieval ecclesia anglicana, que significa iglesia inglesa, se ubica para describir a las personas, las instituciones y las iglesias, como asimismo a las tradiciones lutúrgicas y conceptos teológicos desarrollados tanto por la iglesia de Inglaterra, en lo particular, como las provincias eclesiásticas de la Comunión Anglicana.
La Comunión Anglicana, una fraternidad amplia de 38 provincias autónomas e interdependientes que están en plena comunión con el Arzobispo de Canterbury, es una de las comuniones cristianas más numerosas del mundo, con aproximadamente 73 millones de miembros y aunque agrupa sin duda a la mayor parte de los anglicanos, no todos pertenecen a ella.
La Comunión Anglicana se considera parte plena de la Iglesia Cristiana: una, santa, católica, apostólica, y se declara inequívocamente Católica y Reformada, al respecto, es interesante la frase del Déan Henry Forrester (México 1906):Católica, aunque no romana y Evangélica, aunque no protestante.
Ser anglicano hoy es:
Ser una parte de la Iglesia de Cristo sin excluirse ni aislarse de otros cristianos. 
Participar en la vida del pueblo de Dios, con sus alegrías y sus penas.
Pertenecer a una comunidad donde toda persona es respetada por su individualidad y puede utilizar sus talentos. 
Demostrar una teología basada en las Sagradas Escrituras, respetuosa de la Tradición y coherente con la inteligencia y la razón.
Estar dispuesto a celebrar la unidad en la diversidad. 
Tomar en serio las Sagradas Escrituras, sin creer que todo texto deba ser entendido literalmente.  
Sentir devoción y reverencia por los Sacramentos, sin intentar definir cada punto referente a estos misterios.
Considerar el ministerio como deber y privilegio de todas las personas bautizadas. 
Hacer hincapié en la moralidad (todo lo que es bueno y edifica) y evitar el moralismo (que define la salvación como resultado de la conducta individual y no de la obra de Cristo). 
 Participar de la herencia apostólica, la fe en el Evangelio de Cristo. 
 Formar parte de una historia antigua y sagrada que se renueva cada día.
Pertenecer a una familia internacional, intercultural e interracial que proclama el Evangelio en todo el mundo, como Cristo nos mandó hacer.
(Gracias a las fuentes de la Iglesia Episcopal en Colombia - Comunión Anglicana y a la IERE de España).